Desinformación y tranquilidad han sido las dos palabras más repetidas por pacientes y familiares que abandonaban el complejo hospitalario, donde ha caído la noche a la espera del traslado de la infectada al hospital Carlos III de Madrid. Allí, donde se atendió a los dos misioneros fallecidos por la enfermedad, la auxiliar de enfermería trató al religioso Manuel García Viejo. Este murió a finales del mes pasado. “La mujer llevaba casi una semana con fiebre, en cuarentena en su casa y en contacto telefónico con el Carlos III”, destacan fuentes médicas, que hacen hincapié en que tras el ingreso de esta mañana por urgencias, el personal sanitario ha activado el protocolo por urgencia y ha extraído muestras para enviarlas al laboratorio de Majadahonda, donde hay un centro especializado para su análisis.
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Mientras que Ambrosio González, presidente de Cooprocafuc, dijo que el reconocimiento les anima a velar más por las plantas y darles un mejor tratamiento que se traduzcan en granos de calidad.
Por su parte, el presidente de Coodeprosa, Ángel Alfonso Tapia, comentó que es su tercera vez participando en este certamen y calificó como una excelente oportunidad el ir a otros mercados para exponer la calidad del cacao que se produce en el país y obtener mejores precios.
Álvaro Fiallos, presidente de la Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos de Nicaragua, mencionó que han trabajado muy de cerca con los cacaoteros, principalmente en la zona del Triángulo Minero, donde reconoció la urgente necesidad de caminos para sacar la producción.
En ese punto, precisamente, se han acumulado periodistas y cámaras de televisión a lo largo de las horas. De puertas para dentro los pasillos del hospital se mostraban tranquilos, aunque la noticia del contagio saltaba de corrillo a corrillo. “A los trabajadores que se encuentran ahora allí no les están diciendo nada”, subrayan fuentes médicas. A los pacientes, según repiten en el hospital, tampoco. “Nada, nada, no me han informado de nada. Tengo a mi marido ingresado y ha sido mi hija quien me lo ha dicho, quien me ha llamado para preguntarme cómo estaba y me lo ha contado”, añade una mujer sexagenaria a la salida del centro.