En España, donde una enfermera se contagió de ébola después de cuidar a un paciente que falleció de la enfermedad, se desató la controversia en torno a si se habían observado los protocolos para el uso de equipo de protección.
“Fue un momento que cambió el panorama. La epidemia volvió a adquirir fuerza en Guinea y marcó el inicio de una epidemia mayor en Liberia y Sierra Leona”, dijo el doctor Peter Piot, co-descubridor del virus del ébola y director de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres.
El 27 de enero, autoridades locales de salud y el organismo de ayuda humanitaria Médicos Sin Fronteras desaprovecharon la oportunidad de diagnosticar el ébola cuando detectaron bacterias en muestras de sangre; concluyeron que tal vez era cólera. Hasta marzo se confirmó que se trataba de ébola y, para finales de mes, el virus se había propagado a Liberia.
Casi todas las agencias y gobiernos cometieron equivocaciones. Severas críticas le han llovido a la OMS, donde hubo una falla al “no advertir desde el principio la existencia de condiciones que favorecían una propagación explosiva (de la enfermedad)”.
El primer error ocurrió el 11 de enero en un hospital en Gueckedou, Guinea, donde buscó atención la abuela de los dos primeros niños que se sabe murieron en este brote. Era una oportunidad única, porque la mayoría de las personas en el país sólo buscan la asistencia de los curanderos tradicionales.
Ahora comparten la tarea hercúlea de intentar poner fin a una epidemia en la que han enfermado más de 9.000 personas, de las cuales han muerto más de 4.500, con casos en Europa y Estados Unidos, y que ni siquiera está cerca de ser controlada.