Y el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, acusó a Estados Unidos de dirigir las acciones de las autoridades ucranianas. Lavrov advirtió de que «atacar a los ciudadanos rusos es atacar a la Federación Rusa».
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Ucrania puso ayer fin a la breve tregua de Pascua al dar por reanudada la «operación antiterrorista» contra las milicias prorrusas en el sureste del país, a lo que Moscú respondió con renovadas amenazas de que defenderá a los rusos ante cualquier ataque, como ocurrió en la guerra de Osetia del Sur.
El objetivo principal de la operación es Slaviansk, donde el autoproclamado alcalde, Viacheslav Ponomariov, reconoció el secuestro de un periodista estadounidense, Simon Ostrovsky, al que acusó de espionaje, y corroboró la muerte de Ribak, acusando de ella a los ultranacionalistas ucranianos del Sector de Derechas Rusia, que hace un mes se anexionó Crimea tras un referéndum en el que su población de origen ruso votó por separarse de Ucrania, pidió ayer la retirada del Ejército ucraniano del sureste rusohablante del país.
«Los terroristas, que tienen como rehén prácticamente toda la región de Donetsk, han traspasado los límites al empezar a torturar y matar a patriotas de Ucrania. Han lanzado de manera impertinente un desafío no sólo a nuestro país, sino a toda la comunidad internacional», dijo el presidente.
El hallazgo en Slaviansk del cadáver del desaparecido diputado de la asamblea municipal de Górlovka Vladímir Ribak, que pertenecía al partido Batkivschina (Patria), agotó la paciencia del presidente interino ucraniano, Alexandr Turchínov, miembro de esa formación.