Las noticias eran inmejorables para el Barsa, que se congratulaba de la primera asistencia de Suárez y la activación del brasileño, excelente recurso para el juego largo cuando la pelota no encontraba el compás de Xavi Hernández en la zona media.
Sin duende de cara al arco, el Madrid se tomó un pequeño respiro que Messi aprovechó para soltar su primer disparo, centrado a manos de Casillas. La segunda llegada del rosarino conllevó mayor peligro, pues remató de primeras en el área otro excelente pase desde la derecha de Suárez, aunque Casillas salvó el mano a mano.
Forzado a remar a contracorriente, el Barsa se agarró a la pechera de Suárez, valiente y pundonoroso en su lucha contra los centrales madridistas, aunque desconectado de un Neymar desbravado y un Messi alejado del área rival.
El clásico inició a todo tren y la primera parada fue el gol de Neymar, quien presentó su tarjeta de la mejor manera: control de un pase horizontal de Suárez ante la tibia defensa de Dani Carvajal y perfil hacia el balcón del área, dejando atrás también a Pepe y soltando un derechazo letal de colocación, junto a la base del poste izquierdo de Iker Casillas.
Pudo llegar el empate en un mísil al rincón de Jeremy Mathieu, pero Casillas puso la mano firme y Luis Enrique decidió mover ficha, dando entrada a Ivan Rakitic por Xavi. No pudo salirle peor la jugada, pues el croata marró su primer lanzamiento desde la esquina y provocó la contra del Madrid que acabó en el 3-1: Iniesta y el argentino Javier Mascherano tampoco se entendieron para cortar el avance de Isco Alarcón, Cristiano prolongó para James, y el caramelo de este al espacio lo cruzó a la red Benzema.
Pero el Madrid respondió con rabia al tanto encajado y se lanzó al abordaje del arco defendido por Bravo. La referencia en ese primer arrebato fue Benzema, cuyo toque escorado con el exterior del pie desvió el guardameta chileno, antes de que el francés no llegara a un cruce de Marcelo y luego cabeceara un centro de Cristiano al travesaño visitante.