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Desde 1999 el gobierno bolivariano se ha mostrado muy crítico de la cobertura de la prensa no oficial y de las noticias destacadas por esta. El difunto Hugo Chávez solía criticar con amargura a sus ministros de comunicación ante la pobre sintonía de los canales oficiales y los instaba a buscar nuevas maneras para que los venezolanos conocieran los planes del gobierno. Poco se hizo entonces, quizás porque todo se confiaba a sus grandes dotes oratorias. Esa fue la verdadera razón por la cual el líder bolivariano estableció la marca de fábrica de su biografía política: hablar durante varias horas y en cualquier momento del día interrumpiendo la programación de las emisoras.

Los más radicales consideran que el Noticiero de la Verdad, el nuevo plan de comunicación anunciado por el presidente Nicolás Maduro la noche del martes en Caracas, será una reminiscencia de Nodo, aquellos documentales que Franco ordenó transmitir en el cine antes de cada función. Pero hay diferencias de forma. El Gobierno de Venezuela de momento no irá en pos de la gran pantalla y ha dicho que sus informativos serán de obligatoria retransmisión en todas las televisoras y radioemisoras privadas dos veces al día y en los horarios de mayor sintonía, siempre y cuando haya material noticiable. Quizá el propósito de fondo sea el mismo: asegurarse de que la propaganda oficial llegue a toda la población.

Su sucesor Maduro considera que es también víctima de un apagón informativo, a pesar de que ya los medios audiovisuales locales no son lo beligerantes que alguna vez fueron. La última señal en caer, la del canal de noticias Globovisión, es hoy un edulcorado informativo que señala apenas con moderación los yerros del gobierno. Otros canales nacionales apenas emiten noticieros porque se dedican al entretenimiento. Las críticas más inclementes provienen sólo de los impresos y sus versiones electrónicas.

Un grupo de extrema derecha ha boicoteado esta tarde el acto de celebración de la Diada en la sede de la Generalitat de Cataluña en Madrid. Alrededor de las 19.30, “unas quince” personas -algunas encapuchadas o con la cara embozada- se han presentado en las oficinas del Gobierno autónomo catalán, en la calle Blanquerna, han lanzado gases lacrimógenos y han producido destrozos en la librería del centro, cuya puerta de cristal ha quedado inservible.  Al menos tres personas han resultado heridas leves por inhalación de los gases y han sido atendidas por el Samur.

Los ultras, que portaban banderas españolas con el águila de San Juan, de Falange y de Alianza Nacional han lanzado gases lacrimógenos al interior de la sede de la Generalitat mientras lanzaban gritos de “Viva España” y “No nos engañan. Cataluña es España”. En la refriega, al menos una persona ha resultado contusionada. La acción de sabotaje ha durado aproximadamente dos minutos.La mayoría iba a cara descubierta y, por tanto, será posible identificarles.

El acto institucional, que se debía celebrar en el interior de la delegación catalana en Madrid y al que asistieron alrededor de 60 personas, se retrasó durante media hora y tuvo que ser trasladado a un patio del edificio. A la hora de reanudarse el acto, varios furgones del Cuerpo Nacional de Policía habían acudido al lugar.

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